En SÁNCHEZ MONTERO sabemos que para mantener siempre el más alto nivel de calidad hay que mimar cada detalle. Aunque sea tan pequeño como el tamaño de una bellota. Por eso, nos exigimos al máximo para cuidar todas las etapas de nuestro proceso de elaboración. Desde que comienza con la propia alimentación natural de nuestros cerdos ibéricos y las amplias dehesas de Salamanca donde habitan, hasta la selección de los ingredientes como el pimentón, el aceite de oliva, el ajo y otras especias que combinamos con el conocimiento y la experiencia que nos distingue. Y como la paciencia es una virtud, los tiempos de curación-maduración se respetan según indica la tradición en unas bodegas a las que dejamos hacer su sabio trabajo.